domingo, 24 de agosto de 2008

De vuelta a lo básico

¿Estás allí? Corre…
No tengas miedo de voltear. La regla indica que si volteas vas a perder tiempo y caerás.
Solo síguelo. Sigue tus instintos con la profundidad a la que solo ellos te pueden conducir. Muy seguramente te desilusionarás, pero eso solo logrará retarte o si te cansas lo suficiente abandonar, eso es solo el principio.
Claro que llegarás. ¿Cuánto has hecho para poder ser o estar?
Mira con claridad.
¿Cuántas veces renunciamos a nuestros sueños? No una vez sino varias veces, en distintas etapas de nuestras vidas. A los 6 años quería ser bailarina clásica, gimnasta como Nadia Comanecci, astronauta como Neil Armstrong o publicista luego de enamorarme del comercial de los 80’s del refresco Laim Free en donde aparecía Agusanta pedaleando una bicicleta . A todas estas opciones las desfloré como a una margarita, quedándome con la primera y la última opción, pero lo que más he amado es el ballet.
Hoy en día, honestamente, me doy cuenta que la mayoría de nosotros nos pasamos la vida renunciando a lo que nos gusta: vicios, metas, sueños, objetos, personas…esta última es la que más duele.
Hemos renunciado a nosotros mismos muchas veces, nos hemos deshumanizado y perdido el contacto con lo básico, con lo esencial y tal vez en esa búsqueda es que conseguimos en las noticias historias sorprendentemente inspiradoras o sorprendentemente aterradoras.
Al parecer, lamentablemente la dignidad hoy en día tiene precio o al menos eso parece ser, cada vez que tragamos grueso para evitar explotar diciendo lo que pensamos, lo que sentimos por el temor de terminar perdiendo mucho más que “solo” la dignidad.
Mucho vemos a quien no le importa perder su mayor anhelo a cambio de nada.
Recientemente asistí a una conferencia de dos personalidades a quienes admiro mucho, el primero es, en mi opinión, el mejor bailarín de todos los tiempos: Julio Bocca y el segundo uno de los grandes músicos con mayor proyección internacional que ha tenido Venezuela: Gustavo Dudamel a ellos los entrevistaba Leonardo Padrón. Fue en muchos sentidos interesante, escuchar la opinión que tiene cada uno desde su óptica, desde el balcón donde miran las cosas.
Les preguntaban sobre su niñez, sobre los sacrificios que habían asumido para llegar a donde estaban y sobre lo precoces que habían sido. Con una clara humildad respondían cada una de las preguntas que les hacían, lo curioso estuvo en que dejaron claro que para ellos no era sacrificio, sino esfuerzo y esto seguramente pasa cuando se está muy seguro de lo que se quiere lograr en la vida.
El esfuerzo que ambos han hecho hasta ahora no ha sido cosa sencilla, pero esto no es un peso para aquel que siente verdadera pasión por lo que hace. En la seguridad de estar haciendo lo que más aman ambos coincidían que no hicieron lo mismo que sus contemporáneos, sin embargo eso no les molestaba porque habían hecho lo que más amaban.
Abandonamos nuestros anhelos para solo quedarnos en una zona de confort que se carcome los años, cuando nos damos cuenta ha pasado tanto tiempo y tantas cosas mientras estuvimos parados en el mismo sitio, sin accionar nada que nos acercara a “ese no se qué” que nos llena de tanta vida, pasión e ilusión.
Así que visto desde este balcón donde me encuentro, creo que es mejor seguir, no detenerse y dejar de auto-sabotearnos, porque si lo analizamos ya es demasiado con el freno que nos ponen las obligaciones, los compromisos e incluso quienes nos rodean como para también actuar hacia nosotros mismos con ese freno de mano que solo logra paralizarnos y ver los toros desde la barrera. Mejor brinquemos ese cerco, embarrémonos, corramos con los toros y equivoquemos, arrepintiéndonos solo de lo que dejamos de hacer y no de esos momentos que nos cortaron la respiración luego de sentir que nuestras entrañas se estremecían de vida y de emoción por vivir.
Estamos vivos carajo! No podemos enterrarnos en vida en la monotonía de lo cotidiano, de lo predecible y del miedo a equivocarnos o a ser rechazados. Así que volvamos a lo básico, corramos para no perder más tiempo.