jueves, 4 de noviembre de 2010

A mi papá se lo llevó la cigueña

Nos contaron que a los niños los traían las cigüeñas, pero descubrí que en realidad se los llevan.

Era el inicio como reportero de Juanito Jones, un joven recién graduado en la promoción del ’63. Ese día, su editor en jefe le exigió que no regresara al periódico sin una noticia extraordinaria del acontecer caraqueño.

Juanito, muy preocupado salió a buscar algo impactante para saciar la sed de escándalo que tenía su jefe. Quería lucirse y quitarse el mote de “nuevon”, con el que fue bautizado por sus compañeros de oficio. No quería ir a la morgue a buscar más de lo mismo, no quería ir al palacio de justicia a ver injusticias ni mucho menos toparse con alguna marramucia política.

Ya desesperanzado por no tener un reportaje fuera de lo cotidiano decidió regresar con renuncia en mano al periódico. Meditabundo tomó el camino largo atravesando el parque, cuando a lo lejos se elevó un pajarraco con algo grande y pesado en el pico. Se escucharon gritos, el ronroneo de una moto, e inclusive pudo llegar a ver el vuelo rasante de una chaqueta de cuero. Corrió hasta el lugar para investigar qué había pasado y consiguió esta fotografía: un niño cargado y besado por una señora (que no parecía su mamá), un guardia nacional montado en su moto felicitado por un señor (que bueno, podía ser el papá) y a una multitud que arropaba la escena cual extras de película.

Juanito le preguntó a un señor que tenía cerca qué había ocurrido, el por qué tanto alboroto. Ante las respuestas que consiguió decidió que esa iba a ser su historia del día, mejor aún de su carrera.

Al llegar a la redacción del periódico se sentó a escribir la historia armando este complicado rompecabezas en el que se habían convertido sus notas. Este hecho no sería nada sencillo de contar por lo insólito que resultaba para cualquiera.

A todos le hizo la misma pregunta: —Por favor, me podría decir ¿Qué acaba de ocurrir? Lo que recopilo fue lo siguiente:

Señor de sombrero: —Escuché una señora gritando “¡Salgado, hálalo por los pies!”. Pero no entendía, porque cuando miré al cielo vi a un garzón soldado que llevaba una buruza negra en el pico. El señor luego de espantar al ave para que se fuera, lo que logró fue que el pajarraco soltara lo que llevaba en el pico. Era el muchachito ese, que usted ve allí. Apuntaba con la boca.

Heladero Haitiano: La señior asustó la cigüeñe. Dejó al niño caer y el señiora cargó a ese bebe que parece a mi sobrina.

Señora chismosa: Mire Sr. Reportero, los padres del muchachito son aquellos dos de allá (también con el piquito de la boca). Yo estaba sentada en el picnic de al lado de ellos, cuando ella le juraba al esposo que en su familia sí había gente con ese semblante y por eso el muchachito se los habían enviado así. Él, convencido de que era un error en la repartición de bebés de la cigüeña le decía a la esposa —Mi amor ya verás que si logramos que se lo lleve, nos traerá al que es—Pero nada mijito, porque mira que por más que le pagaron al guardia nacional para que hiciera ruido con la moto, no lograron espantar al ave. Ya sabrás tú que mide como 1,30 o sea no estamos hablando de una palomita o del pájaro chogüi, noooo que va ¡Era un garzón soldado! Hasta el supuesto papá de la criaturita (cuando lo veas te convences de que es criaturita y no niño), se quitó la chaqueta y la tiró al aire para alejarlo, pero nada. Y digo yo este muchacho —golpeando mi hombro— ¿a eso se le puede llamar milagro? Noooo ni de vaina, a eso se le llama voluntad infantil, verás tu mi amorrr, por más que lo tiró desde cierta altura el niño cayó al suelo y en vez de llorar fue a abrazar a la señora esa, que disque es la mamá (aunque es catirita) —entre dientes—.

Joven Hippie: Brother, o sea, yo estaba aquí elevándome, contemplando los árboles y de pronto vi a unos pures con su nenuco allí, que tal. Luego sabes, una beldad de cigüeña se les acercó para olfatear al chamito, era hermosa, grande, con plumitas y tal. No sé por qué los pures del chamito se enrollaron cuando ellos pactaron ir a volar juntos ¿me explico? Entonces el pajarito ¿te comenté que era bello? En fin, el pajarito elevó al nenuco casi por el espacio sideral. Pero ya sabes cómo son los vejetes. Te cuento Bro, que el paco armó un escándalo con la moto, el pure le lanzó la chaqueta y la doña se deshizo en gritos y hasta le tiró los tacones al pobre pajarito. Qué triste es el capitalismo salvaje, ellos querían pactar con el ave que era bellísima y libre de karmas cambiando las cosas materiales por su propio hijo. O sea my brother, es decir, que pa’ ellos el chamin vale una chaqueta de cuero y par de tacones rojos.

Guardia Nacional: Bueno ciudadano pero qué pregunta es esa, acaso no vio lo qué ocurrió. Igual le voy a informar para que esté al tanto de la verdad oficial de los hechos acaecidos aquí en la tarde de hoy. Yo estaba cubriendo un cuatrocerocho —código para cuando no hacen nada—, eso es una operación tipo comando de reconocimiento recreacional del publico adyacente a las instalaciones del parque, vigilante de las buenas costumbres y modales del ciudadano. Llegué a la escena del suceso cuando un ciudadano niño molestaba a un pajarito con un una rama, cuyo cual se incomodó con tal comportamiento y se lo llevó para montarlo allá —también con el pico de la boca— en el arbustico ese. Pero en el cuartel nos enseñaron que es mejor decir aquí corrió que aquí murió, entonces yo como garante de justicia prendí mi moto para huir de tal violencia animal, pero de alguna modo disguste al pajarito porque soltó al ciudadano niño. El padre claro que quedó agradecidísimo por mi acto de valentía y entrega a la comunidad recreativa y hasta me dio la mano para gratificar mi increíble gestión. ¿Tú me echas un retrato para acompañar el informe periodístico? Así tal vez mi comandante me ascienda.

Borrachito: Aaaayyyy eso fue divertidiiiiisimo ¡Hip!. Hacía rato que volaba un garzón soldado del tamaño de un Boeing y aquí abajo ese carajito llora que te llora ¡Hip! Cuando el papá lo calmó y lo dejó caminar, el pájaro lo confundió con una lombriz y zúassss se lo llevó ¡Hip!. Yo te digo, tengo hambre de la brava y el carajito es bueh… ¿comestible? ¡Hip! Lo cierto es que si no se lo zampaba el pajarraco, me lo comía yo ¡Hip! Total, los padres ya lo habían pasado por las brazas, les quedó tiznadito y estaba sólo de meterle un buen mordisco y calmar mi desespero estomacal ¡Hip! No tenía buen aspecto como para hincarle el molar ¡Hip! Pero a estas alturas no me voy a poner exquisito ¡Hip! Como lo que haiga y punto en boca. La doña le tiraba taconazos al garzón, comiquiiiiiiiiiiisima y el señor como que quería arroparlo lanzándole la chaqueta, que entre nos ¡Hip! Si caía aquí cerquita me la comía también.

Juanito Jones trabajó un poco la historia que resultó así:

Era una tarde soleada el día en que los señores Salgado salieron de paseo con su pequeño hijo al parque.

Alfredo, de apenas 4 años jugaba con otros niños más grandes que trabajaban de limpia botas en las instalaciones del parque. En eso una cigüeña garzón soldado pasó queriendo llevarse a alguno de ellos. Abrió su enorme pico y atinó llevándose a la criatura más pequeña, mientras el resto escapó por la viveza que les ha dado la calle.

El ave voló alto, azotada por los gritos de la madre que gritaba desesperada al esposo —Salgado, hálalo por los pies— El padre corrió detrás del ave, agarró una rama para pegarle, le lanzó su chaqueta de cuero, le gritaba pío pío pajarito, pero nada convencía al ave de regresar al pequeño.

La madre que gozaba de excelente puntería ya desgarrada por la desesperanza, se quitó los tacones y se los lanzó al garzón soldado pero aún así el pájaro les respondía en vuelo fénix que esa presa ahora le pertenecía.

Los niños limpia botas le lanzaron risotadas, el borracho del lugar le tiró una botella vacía, una señora sentada junto a ellos rezaba en voz alta, un heladero haitiano hacía sonar con estupor las campanas de su carrito pero ni siquiera así el ave regresaba la criatura a los brazos de sus padres. Todos bailaban una danza al son del ave, que de vez en cuando se acercaba y se alejaba de ellos demostrando que tenía absoluto control de la situación.

A la escena llegó un guardia nacional en moto, que se encontraba patrullando el área. Al percatarse de la situación, hizo roncar su motor astutamente, asustando así al ave que finalmente, luego de 1 hora de lucha, decidió soltar al infante.

Es de mucha preocupación el maltrato animal que reciben los animales en este parque. El Dr. Cunaviero, psicólogo animal, comentó que esta especie sufre del síndrome del nido vacío una vez que los pichones crecen y se van. Según estudios previos, el garzón soldado adopta a otras especies que guarden alguna similitud con sus crías y los llevan hasta sus moradas para cuidarlos.

Lamentablemente las instalaciones del lugar están un poco descuidadas. El público está alimentando a las aves con cualquier tipo de cosa, se recomienda supervisión y educación asertiva al ciudadano.

Exhortamos al ministerio del ambiente a tomar las medidas justas para la conservación de la especie, es preocupante que estas deban sortear su vuelo en medio de cuanto objeto, muchedumbre y ruido haya a su alrededor.

Juanito Jones.